Autonomías, Federalismo e Insurgencia en el Perú

La reciente declaración de insurgencia contra el gobierno por el dirigente nativo Alberto Pizango Chota, cuya educación universitaria ha sido enriquecida en Europa, e ideológicamente desarrollada por importantes ONG de dicho continente, pone en evidencia una vez más, lo que gradual y sistemáticamente se ha venido incubando en los últimos años en la selva y sierra sur del país; es decir plantear por un lado, el reconocimiento de autonomías territoriales en espacios geográficos en los que el Estado tiene una presencia limitada y por otro lado, propuestas de federalizar las regiones empezando por Puno y luego hacerla extensiva al resto del país, pasando por supuesto por la elaboración de una nueva Constitución y cuestionando al liberalismo.

No es pues una mera casualidad que dos dirigentes estratégicamente ubicados uno en Puno y otro en la selva, planteen la búsqueda de autonomías basados, principalmente, en argumentos étnicos para señalar que constituyen naciones cuya antigüedad es inmensamente superior a los años de vida republicana que tiene el Perú. Para el desarrollo de estas dos posiciones se está recurriendo a los mismos argumentos que en 1848 en Europa grupos identificados por la lengua, la religión y costumbres comunes, propiciaron una gran revuelta para luego constituir las naciones que las identificaban y que hoy conocemos como Italia, Alemania, Servia, Croacia, Yugoslavia, Polonia, etc. Esta fue una forma de acción política que les permitió liberarse de lo que eran las monarquías que controlaban a pueblos de distintas expresiones culturales en Europa como fue caso de los imperios Otomano y Autro-hungaro o los otros imperios coloniales como el francés, inglés y el español. Así surgió el nacionalismo como ideología que dio cabida a una representación democrática y fijó límites al poder de sus autoridades a través de otro instrumento político como la Constitución. De este modo, surgieron las repúblicas nacionales seculares con sus gobiernos representativos en diversas partes del mundo.

Lo que se observa hoy en el Perú es que estas dos posiciones se dirigen en el tiempo a fomentar la fragmentación del país; por tanto constituyen serios problemas de seguridad y geopolítica regional, que desde el año 2000 ya han sido puestos de manifiesto por la Rand Coporation. Esta organización en un estudio proyectivo presentado aquel año, menciona la fragilidad de algunos gobiernos latinoamericanos entre los que se encuentran Bolivia, Perú, Colombia, México, Brasil, entre otros. En estos países podría darse la figura de la fragmentación. El estudio menciona que hacia el año 2050, en la región existirán cincuenta repúblicas; realmente no parece una exageración de futurólogos afiebrados, más aún si recordamos que en el siglo XIX en el continente americano habían diecinueve repúblicas, hacia el año sesenta del siglo XX las naciones americanas totalizaban veintiún y hoy hay en el continente un total de treintaicinco naciones soberanas. De modo que la fragmentación es una posibilidad que de todas maneras se producirá sobre todo en aquellos países donde el Estado y sus instituciones no son capaces de ejercer su soberanía plena en su propio territorio.

El problema no es pues de una simple derogación de decretos, es en el fondo un problema que compromete la seguridad del país, en el que resulta fundamental que el Estado se haga presente con su autoridad y el Ministerio de Educación desarrolle de modo continuo una socialización que fortalezca la unidad en la pluralidad. No es posible que  estos dirigentes que propugnan la fragmentación ubicados en la sierra y la selva, continúen utilizando recursos foráneos y del Estado, utilicen emisoras locales propias difundiendo contenidos disociadores contra la autoridad del Estado ni mucho menos proclamen que quieren liberarse de un Estado que los explota y de un centralismo que los ha empobrecido.

Y así como en Europa del Este frente a la crisis producida después de la descomposición de la ex Unión Soviética, las potencias occidentales impusieron la paz a través de Naciones Unidas por el serio conflicto asociado a la fragmentación que se produjo, así también en paralelo desarrollaron el “derecho de injerencia” para justificar dichas intervenciones. En el área andina, académicos sureños han inventado el concepto “espacios sin ley” para ofertar su capacidad militar y ayudar a imponer su autoridad a aquellos países que sólo son soberanos en la forma y no son capaces de ejercerlas a plenitud. Para terminar, cabe señalar que no estamos frente a líderes populares de escaso nivel educativo, estamos frente a personas sobre todo en la selva que manejan idiomas extranjeros, que tienen una posición bien definida y que el tiempo juega a su favor.

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