Volver a las Once Regiones porque las de hoy han fracasado

En la revista Vivir Bien correspondiente al mes de junio del 2012, quien escribe esta nota señalaba que la regionalización había fracasado, y la afirmación lo hacía porque el presidente regional de Cajamarca se había mostrado confrontacional con la política nacional que emite el poder ejecutivo al señalar que no permitiría la inversión extranjera en su región; paralelo a ello César Álvarez presidente reelegido por la región Ancash solicitó que se cierre el congreso, por ineficaz. Estas posiciones políticas y otras situaciones que señalaba en ese artículo me llevaban a la conclusión que este tipo de gobierno atomizado del país, a partir de 1992, había fracasado.

El tiempo me da la razón y lo dicho en aquella ocasión se ve más agravado porque ahora se conoce que son varias las regiones, gobiernos municipales provinciales y locales que constituyen nidos de corrupción y criminalidad, que han hecho de la democracia y la política un instrumento de llegar al poder, reelegirse y levantarse el botín que representa el presupuesto y el abultado dinero adicional que llega vía el canon. 

RAZONES DEL FRACASO DE LA ORGANIZACIÓN REGIONAL

Los argumentos por los que afirmo que la regionalización constituye un fracaso y se tiene que replantear, son los siguientes:

  1. En términos políticos, el Perú se ha atomizado y los hechos demuestran que ello constituye una altísima peligrosidad porque hay una tendencia a la conformación de autonomías que han permitido apreciar en los últimos años voluntades separatistas como los planteados por dirigentes regionales de Iquitos y de Puno, en éste último cuando pretendieron crear la república aymara. También estas autoridades suelen desconocer la legitimidad del gobierno nacional poniendo en tela de juicio su autoridad y sus decisiones, al extremo de pedir como ya lo hizo uno, la vacancia presidencial y otro, el cierre del congreso.
  2. En cuanto a la responsabilidad fiscalizadora del Congreso, no existe la posibilidad de fiscalizar a los presidentes regionales, puesto que la Constitución no ha incluido dentro de la función fiscalizadora del Congreso a los gobiernos regionales. De modo, que cuando un presidente regional es convocado queda en su potestad el asistir o no, como en más de una oportunidad lo ha mostrado el presidente de la región Ancash y el de Cajamarca. Esta situación alimenta de hecho la constitución de gobiernos paralelos que no se subordinan a la política nacional.
  3. Se ha producido un incremento desmedido de la burocracia regional, ya que en cada una de las veintiséis regiones hay un promedio de doscientas personas a su servicio, sin considerar los beneficios de toda naturaleza que perciben anualmente. Cuando entre 1985 y 1992 antes del autogolpe de Fujimori, período en el que el país se organizó en 11 regiones, había menos burocracia; hoy existen 26 regiones incluyendo Lima y Callao y las burocracias numéricamente se han incrementado significativamente, y la logística para que operen cada una de las 26 regiones, también se han incrementado 26 veces; es decir un despilfarro salarial y logístico por donde se le mire y un clientelismo a flor de piel. Es decir dinero echado al agua porque la efectividad es limitada y más bien la corrupción se ha instalado y los apetitos reeleccionistas sirven para un mayor enriquecimiento y robo de las arcas del Estado. Sobreprecios, concursos para adquisiciones amañados, empresas que compiten en las licitaciones ajustadas a favorecer a quien quiere le sea otorgado el concurso, productos de mala calidad, son parte de la enorme lista de irregularidades que se cometen todos los días.
  4. Ineficacia de los órganos de control. Nada de lo que se denuncia en los gobiernos regionales de Cajamarca, Anchash y Tumbes, principalmente, se habría producido si la Contraloría hubiera jugado un rol activo en el ejercicio del control anterior y no la práctica cotidiana de efectuar el control posterior. Esa es una facultad que si no se usa, entonces ocurre el despilfarro y la apropiación ilícita del dinero de todos los peruanos. Cuando uno analiza los programas de las acciones de control que efectúa el organismo contralor, realmente son risibles porque simplemente se dedican a averiguar si cumplieron los pasos que señala la ley. No van sobre lo que se dice vulgarmente, no tocan la carnecita del presupuesto. Llama más la atención que todos estos actos de malos manejos presupuestales ocurran  a pesar de que la Contraloría ha establecido oficinas descentralizadas en muchas regiones. Pero lo curioso de toda esta patética ironía burocrática y creativa, se ha visto esta semana por parte de la Contraloría, quien en conocimiento de los graves hechos del gobierno regional de Anchash, sabiendo que se trata de un gobierno reelegido, recién se les ha ocurrido crear una oficina descentralizada para investigar los actos de corrupción. Es decir, se prefiere hacer diagnósticos sobre cadáveres que anticiparse a esa situación. Alguien no está haciendo bien su trabajo.
  5. Ineficacia de los órganos de control e inteligencia policial, cómo es posible que no se haya descubierto oportunamente que algunos de sus oficiales y suboficiales integran grupos delictivos y que para ello se valen de la protección del uniforme. Aquí hay otro hecho adicional, la llamada “centralita” del gobierno regional de Ancash no es sino la reproducción del caso Ponce sobre el espionaje telefónico que hoy está judicializado. Por lo descubierto, los rezagos del ex – SIN se han redistribuido en las regiones, sobre todo en los que tienen mucho dinero y han creado unidades de inteligencia operativa para hacer seguimiento de los “enemigos” del gobierno regional y hacen los ajustes de cuentas o la eliminación física de todos los que se opongan o denuncien irregularidades en la gestión. Este tema todavía dará mucho que hablar en el futuro cercano.

Como se aprecia la regionalización actual ha fracasado, si en noviembre se eligen y reeligen a 26 nuevas autoridades regionales, el país insistirá en lo mismo, vale decir estaremos repitiendo la misma historia que hoy lastimosamente raya con la delincuencia. El Congreso de la República tiene la palabra, deben de aprobar un dispositivo para volver a organizar el país en once regiones que es la que había hasta 1992 antes del golpe de Estado, hecho político que convirtió a cada departamento en una región. Y ahí tenemos el resultado presidentes reelegidos, burocracia incrementada, delincuencia organizada desde el gobierno regional y podredumbre que hace daño la política y a los políticos. Señores del congreso no permitan que el país caiga más profundamente en el hoyo en el que actualmente se encuentra y la única forma de hacerlo es bloquear toda forma de reelección; esta figura debe incluir al presidente de la República, congresistas, presidentes regionales, alcaldes provinciales y distritales.

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