La candidata por Fuerza Popular, Keiko Fujimori, según las últimas encuestas reveladas por la empresa GfK (La República 1/2/16), la vuelven a ratificar con el 32.6% de la intención de voto. Pero con ese porcentaje no ganará las elecciones en la segunda vuelta, que es el escenario donde se decidirá su suerte definitiva.
Si a la fecha, algún mérito hay que reconocerle, es el haber logrado mantener un tercio del electorado que prácticamente es la herencia de su padre, Alberto Fujimori. Con ese tercio solo logrará pasar a la segunda vuelta; lo que quiere decir, que en la campaña en que el país se encuentra, Fuerza Popular, ha llegado al tope de su capacidad de convocatoria.
Este resultado y con un porcentaje casi inamovible, que algunos analistas consideran responde al voto “duro” de Fujimori, permite aplicar el principio de Peter, más conocido como principio de incompetencia. Esta teoría aplicada en los comportamientos humanos, consiste en reconocer que las personas, dentro de las organizaciones, al realizar un trabajo eficiente son promocionadas a puestos de mayor responsabilidad, de manera que llega un momento en que no pueden plasmar los objetivos de su trabajo, con lo que llegan al tope máximo de su incompetencia.
Esto es lo que al parecer viene ocurriendo con el liderazgo de Fuerza Popular. Las estrategias puestas en práctica como prescindir de los líderes de la llamada vieja guardia, reconocer que su padre cometió errores, que Montesinos fue un asesor dañino, ir a Washington a purificarse e indicar que en el gobierno de su padre se cometieron violaciones de los derechos humanos, y otras acciones más, demuestran que la estrategia electoral, no es la más adecuada.
Realmente si Keiko Fujimori y los que integran Fuerza Popular quieren ser gobierno desde el 10 de abril próximo, su objetivo político inmediato tendrá que ser ganar las elecciones en la primera vuelta, porque si el objetivo es pasar a la segunda vuelta con cualquiera de los otros candidatos, simplemente será la de su despedida.
Por tanto, si en este escenario, en el mes y medio que queda para las elecciones logra superar la intención de voto que se encuentra congelada en un verano que resulta tórrido para los ciudadanos votantes, será la negación del principio de Peter. De lo contrario, será una viva demostración del principio de Peter, en esta ocasión, aplicado en política electoral.