LA ALIANZA DEL PACÍFICO: UN PROYECTO DE INTEGRACIÓN QUE ESTÁ A PUNTO DE FRACASAR

Los orígenes

Cuando el año 2011, se fundó la Alianza del Pacífico (AP) por iniciativa del gobierno peruano, los cuatro países que lo conforman (México, Colombia, Chile y Perú) estaban decididos a poner a prueba una asociación con visión geopolítica que abarcara otras áreas geográficas del mundo. Los presidentes de los cuatro países creían en el libre mercado, en la globalización económica para la localización de los productos con mayor valor agregado, la democracia representativa y el respeto a los derechos humanos, así como el libre tránsito de las personas; promovían esta alianza, Alan García del Perú, Sebastián Piñera de Chile, Juan Manuel Santos de Colombia y Felipe Calderón de México, todos con ideas liberales y creyentes de la democracia representativa. Pero, según el decir de los izquierdistas de la región, se trata de una alianza capitalista y pro imperialista.

En sus primeros 10 años de funcionamiento, la AP ha demostrado efectividad, abrió mercados y de pronto más de 59 países observadores de Europa y Asía, presentaban solicitudes para pertenecer a la AP, adicionalmente, Australia, Canadá, Nueva Zelandia y Singapur, solicitaron ser incluidos en la AP. Incluso el MERCOSUR, hacía esfuerzos para ser aceptado, puesto que los otros intentos de integración Latinoamericanos siguen por rutas de desenvolvimiento mediocre y algunas asociaciones de integración simplemente están paralizadas.

  • La fatalidad ideológica llega a la Alianza del Pacífico

De pronto en la segunda década del siglo XXI, en los gobernantes de los países fundadores por razones electorales se produce un cambio de ideología, los nuevos gobernantes son marxistas, contrarios a la inversión internacional, contrarios a participar en el mercado global, contrarios al capitalismo en general. México es gobernado por Manuel López Obrador que se convirtió en asesor de Pedro Castillo y le envío una comisión oficial de mexicanos para ayudarlo a resolver la pobreza y después del frustrado golpe de Estado del 7 de diciembre de 2022, el embajador fue declarado no grato por el Perú y le dieron un plazo de 72 horas para abandonar el país por la abierta injerencia que manifestó el presidente López Obrador, al punto que ha dado asilo a la familia del expresidente Castillo. Por el lado de Colombia, el presidente Gustavo Petro, ha manifestado que Pedro Castillo no ha dado un golpe de Estado y debe ser restituido en el cargo; finalmente en Chile Gabriel Boric a través de su canciller ha manifestado que en el Perú tampoco se produjo un golpe de Estado dirigido por Castillo.

El problema para la AP no es el golpe de Estado, el problema para la AP como decimos líneas arriba, es la posición que han asumido precisamente los tres gobernantes que integran la AP. El Perú con el gobierno de la señora Dina Boluarte ha señalado que no acepta las posiciones injerencistas de sus ocasionales socios de la Alianza del Pacífico.

Como se puede apreciar la Alianza del Pacífico, está gravemente herida, su futuro es incierto, lo que demuestra una vez más que la américa hispana resulta solo una unidad geográfica, que tiene serias dificultades para poder asociarse.

Una vez más los intentos de integración económica y social de América Latina son más propios de países tercermundistas, que no saben lo que quieren porque viven aferrados a ideologías que solo proponen arrebatar a los que generan riqueza y no a crear las condiciones que hagan factible una contribución más efectiva con el desarrollo nacional y las necesidades del pueblo, en cuyo nombre dicen luchar.

Si los años de la pandemia en automático paralizaron a la Alianza del Pacífico, ahora con mayor razón, la parálisis es efectiva, el futuro incierto y una asociación que en diez años demostró efectividad a diferencia de los otros grupos de integración, por ahora habrá que esperar la superación de esta crisis que solo variará cuando se cambien de gobernantes y los que vengan posean pensamientos más abiertos y no encerrados en ideologías destructivas cuyos resultados saltan a la vista en Cuba, Venezuela y Nicaragua.

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