Migraciones forzadas en el Mediterráneo

Todos hemos visto y quedado estupefactos al ver a un niño de tres años, entregado por las olas a las orillas del mar. Ha sido tan conmovedor, que recién mucha gente se ha puesto a pensar el drama que viven quienes al otro lado del mundo, sufren porque sus gobiernos autoritarios siguen superviviendo, y quienes quisieron impulsar la democracia occidental, léase Estados Unidos y la Unión Europea, no han hecho otra cosa, en catorce años de esta práctica, desatar los demonios de la lámpara de Aladino.

Nuestro Magazine, Vivir Bien, en su número anterior (186 julio-agosto) presentó un informe sobre los 18 conflictos predominantemente internos que se viven en África y el Mediterráneo; era un preludio que destacaba las migraciones forzadas que se producen en esos territorios donde la única ley que vale es la de la fuerza represiva de sus gobernantes, que en guerras civiles se baten resistiéndose a dejar el poder. Y en medio de esta trifulca, han surgido los demonios que hoy los conocemos como los integrantes del Estado Islámico (EI).

La situación en el África y el Mediterráneo, tienen una causa, comenzó y continuó con los Bush padre e hijo, cuando llegaron al poder en los Estados Unidos; desde el poder, se propusieron imponer democracias representativas de corte occidental, en reemplazo de los gobiernos familiares de los jeques, que piensan diametralmente diferente a quienes vivimos en el lado occidental del planeta.

Pues bien, tanto Estados Unidos, la Unión Europea y Japón, incluso Francia, decidieron, sacar a los jeques y dictadores del África y del Mediterráneo, y comenzaron con Irak, siguieron con Libia, Afganistán, para luego continuar con Siria y Yemén entre otros gobiernos familiares, y a contra pelo, Estados Unidos, sigue apoyando al gobierno dictatorial de Pakistán, donde también se desarrolla una guerra civil sangrienta. La opción aplicada fue la imposición del militarismo americano que durante 14 años han querido sustituir en países sin instituciones occidentales, a pueblos conducidos por familias por cientos de años.

Pero paralelamente se dedicaron a la administración del recurso estratégico que existe en esos desiertos, es decir, el petróleo. Ver al Secretario de Estado Chaine, era ver a las empresas de su propiedad, petroleras y empresas dedicadas a la construcción, tipo Odebrech, de Brasil, todas ellas dedicadas a la reconstrucción después del bombardeo con el que lograron derrocar a Saddan Husein, enjuiciarlo, ahorcarlo y luego tirarlo al mar. En estos pueblos, sometidos a estos gobiernos de personas, familias y no de instituciones, donde la religión y la política constituyen una unidad, no se sacaba del poder a un dictador como los de occidente y especialmente sudamericanos, sino se derrocaba a un Dios, que los representaba, con todos sus defectos.

Los conflictos que han generado una migración masiva y forzada hacia Europa, tiene mucho de singular. La gente ni los analistas se preguntan ¿por qué esta población no migra hacia los países ricos que están a su alrededor? ¿Por qué no se trasladan a los prósperos países del Golfo Pérsico, que se encuentran muy cerca de su país de origen? ¿Por qué Kuwait, Arabia Saudita, Catar y los Emiratos Árabes Unidos, no son los espacios geográficos de su preferencia para migrar?

Porque simplemente, sería volver a vivir bajo el yugo de dictaduras autoritarias, donde si los acogen es para que trabajen y no vivir de las dádivas de la misericordia occidental y cristiana. En estos países hay reglas rígidas y los trabajos son principalmente de servidumbre.

 

Otro aspecto que ha rebelado esta migración masiva, cuya información proviene de la Oficina de Defensa de Austria, es la existencia de una gama de contrabandistas de personas, que por trasladar a los desplazados por los conflictos internos de sus respectivos países, cobran por persona entre 7 mil hasta 11 mil euros. El negocio es redondo, y sería interesante descubrir quiénes están de tras de la invasión a Europa.

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Fuente: REUTERS/Darrin Zammit Lupi

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Fuente: REUTERS/ Yannis Behrakis

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Fuente: REUTERS/Leonhard Foeger

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Fuente: Reuters / Leonhard Foeger

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