Previa a la elección del presidente Humala, Mario Vargas Llosa señaló que el futuro político del Perú se debatía entre el cáncer y el sida; con esta frase daba a entender que ni Keiko Fujimori ni el futuro presidente al cual el escritor posteriormente garantizó, eran la opción que el país requería. Hoy vemos que tenía razón, porque el gobierno acaba de poner de manifiesto signos exteriores de su mal estado de salud política, signos que comprometen la gobernabilidad del país.
Realmente la lista de desaciertos es bastante larga, comenzó con la rebeldía del presidente regional de Cajamarca, a quien ni el congreso ni el ejecutivo han podido controlar, el personaje sigue dándose el lujo de rechazar la inversión privada y convertir a ese departamento-región en uno de los más pobres del Índice del Desarrollo Humano; y esta resistencia contra dispositivos constitucionales, lo hace con recursos del Estado y al parecer quedará en la impunidad.
Otro caso lo constituye la seguridad ciudadana, al respecto no hay peruano de cualquier parte del país que no haya sido objeto de algún tipo de acción delictiva. Las encuestas semanales y la información del INEI así lo indican; pero ya no es solamente la violencia delictiva en todas sus formas, sino que ahora la acción delictiva se ha incrustado en la política. Este hecho debe llamar poderosamente nuestra atención.
Cuando en el pasado discutían los líderes ideológicos de uno y otro bando, en algunos casos en los que en la historia nacional y mundial se registra muchos ejemplos, éstos solían acabar con el opositor eliminándolos físicamente. Muerto el perro se acabó la rabia, era la frase común que explicaba esta situación. En el Perú emergente de hoy, las muertes ya no se producen por cuestiones ideológicas, no interesan los principios políticos, porque quienes fungen de líderes locales o regionales simplemente no los poseen, y entonces la practicidad de los dirigentes carentes de principios ideológicos y de valores, se ha concentrado en el botín que representa el presupuesto. Proyectos y obras sobrevaloradas, poca calidad de los servicios que se brindan, nepotismo, prebenda, traslado de fondos, personal fantasma, construcción y compra de bienes con dineros del Estado para beneficio personal, negociaciones ocultas, cobros indebidos para favorecer a terceros, creación de empresas fantasmas, reconocimiento de deudas de otros como si fueran del Estado y sobornos son algunas de las modalidades que utilizan las autoridades corruptas. Esta es la razón verdadera por la cual dichas autoridades regionales, locales y nacionales buscan la reelección continua o llegar al poder para hacer lo que todos hacen. Como ha señalado el contralor de la república los corruptos cada vez tienen menos miedo; y ello es producto de que las autoridades encargadas de juzgarlos también son comprados.
El gobierno regional de Ancash es la manifestación de esta vinculación entre delincuencia y política, entre corrupción y presupuesto estatal. Pero hay que señalar que política en este caso no es la expresión de un sentido altruista de querer hacer el bien a los que poco tienen, tampoco es la manifestación de una altísima emoción social por los desposeídos de la tierra. Aquí lo único que les interesa a estos nuevos “dirigentes” locales y regionales, incluido los nacionales, es ver de qué manera se saca ventaja y tajada al presupuesto del Estado.
Todo indica que estos delitos en las regiones y los gobiernos locales y provinciales se seguirán incrementando ya que lo que ahora se disputa no es la cuota de poder político sino la masiva cuota del presupuesto que se abona a los gobiernos regionales vía el canon. Gracias a que el congreso de la república y el poder ejecutivo no encuentran la fórmula para contener esta situación, las autoridades locales y regionales pugnan por asumir el control de estos espacios para enriquecerse vía las obras que ejecutan. Dicho sea de paso, comprobado está que las inversiones efectuadas no suelen ser lo que el ciudadano necesita sino es el monto de la obra que le proporciona dividendos jugosos a sus autoridades.
Lo que se aprecia aquí es que hay una tendencia a la balcanización de la sociedad y el territorio del país, resultará prácticamente imposible volver a tener once regiones como las que existió hasta 1992 en que el gobierno de la época convirtió a cada departamento en una región. Aquí está el origen de la pugna presupuestal, cada gobierno regional es dueño y señor del presupuesto, es el que autoriza las obras, es el que a través de testaferros realiza las construcciones. Los concursos públicos son puro formulismo, porque se crean empresas ajustadas a las indicaciones normativas que establece la ley, de modo que todo está cubierto. Aquí es donde surge la frase corrupta “la plata llega sola”.
Culmino este comentario señalando que el actual gabinete ha nacido debilitado en su base, prácticamente ya ha sido censurado, buscar los votos necesarios para que continúe con vida es solo un gesto político interesado por parte de todos sus protagonistas congreso y ejecutivo. Es una muestra de conveniencia que abunda en la fragilidad del gabinete. Y quien más lo debilita es el propio presidente porque en vez de tender puentes de comunicación y coordinación con la oposición, pone zanjas o sacude los hilos frágiles que sostienen el puente político de hoy.
Por el bien de la salud política del país y la propia gobernabilidad, en los dos años y medio que faltan, se necesita cordura, madurez, se necesita que el presidente asuma el liderazgo en todo lo que falta por hacer; embarcarse en proyectos reeleccionistas bajo forma encubiertas que la opinión pública ha denunciado, es simplemente un acto suicida, que la historia no lo recuerde por lo que dejó de hacer sino por lo que hizo bien.