ESTADOS UNIDOS Y CHINA EN LATINOAMÉRICA

En pleno siglo XXI, se conoce por los organismos internacionales de crédito y finanzas que China es la segunda potencia económica mundial y que su presencia en Latinoamérica es cada día más creciente con una metodología de penetración distinta a la que utilizó Estados Unidos desde 1945 a la fecha en lo que se suele llamar su patio trasero.

Veamos la diferencia. Desde 1945 que concluyó la segunda guerra mundial, Latinoamérica desarrolló una democracia frágil, incipiente, con muchas interrupciones propiciadas por Estados Unidos contra aquellos gobiernos que no respondían a sus intereses políticos y económicos. El mapa que se adjunta es una prueba de ello, lo que facilitó el desarrollo de la izquierda y la promoción de la subversión en Latinoamérica y sus versiones actuales de Socialismo del Siglo XXI.

En el caso de China, hay dos momentos en la región, la que se produce entre los años 60 y 70 que promueven los procesos subversivos y la acción terrorista para capturar el poder; las universidades nacionales en ese sentido, fueron focos de captación de estudiantes y promoción de actos subversivos. Esta conducta hostil y violentista cambió después de 1980 cuando la nueva clase dirigente china optó por nuevas directivas y métodos que adoptó la clase dirigente como Deng Xioaping desde 1978. China se convirtió en un país que comenzó a dar acceso al capital extranjero lo que produjo en el tiempo que 70 mil empresas americanas y europeas se instalaran en China, ocurrió lo que se conoce como “deslocalización”; fábricas enteras se trasladaron a ese gigantesco país y convirtieron a China en la “fábrica del mundo”.

Pues bien, en cuarenta años China logró pasar de ser un “país emergente” a ser reconocido como una potencia económica. Todo ello se inició desde 1990 cuando China comenzó a cuestionar a las instituciones capitalistas como el FMI, el BM y la obligatoriedad de utilizar el dólar como moneda de transacción comercial universal. Como se aprecia, en cuatro décadas China se caracterizó por tener un crecimiento sostenido, aceptar la creación del grupo BRICS conformado por Brasil, Rusia, India y China, a la que se sumó Sudáfrica; este organismo ha creado un banco propio para promover el desarrollo de los pueblos del mundo y a diferencia de las exigencias de los organismos capitalistas no hacen preguntas si se respeta o practica la democracia, si los derechos humanos son parte de su política interna o se respeta la libertad de prensa. La condición es muy simple, necesitan los países realizar obras de infraestructura de todo tipo, “lo construyo y después vemos como pagas ese préstamo millonario. Si no tienes dinero, no te preocupes, pero tienes riquezas que a China le interesan (cobre, oro, minerales estratégicos, etc.)” y como ha ocurrido con Sherilanka, el megapuerto construido ha sido convertido en una base militar china. O lo ocurrido en las Islas Salomón y Samoa, países del Pacífico Sur donde han construido estadios gigantes y otras obras que los países mencionados no saben qué hacer.

La China que ahora conduce Xi Jinping, ha mostrado toda una concepción geopolítica global. Está construyendo carreteras y ferrocarriles en Europa; en África, igualmente las inversiones chinas se dan en infraestructuras de comunicación de todo tipo. Hoy China, en el continente africano tiene una presencia distinta a la que desarrollaron los colonizadores europeos por siglos, los tratan como socios.

De manera que, en Latinoamérica, China ha venido invirtiendo silenciosamente en la extracción de minerales, adquiriendo productos alimenticios para su enorme población y también desarrollando obras de infraestructura como es el caso del Perú donde están por inaugurar el megapuerto de Chancay. Este puerto está dirigido a articular Latinoamérica y unir el océano Pacífico con el Atlántico con su socio BRICS, Brasil.

Hay pues un desplazamiento de Estados Unidos en Latinoamérica por China, esta situación también está siendo vista como un problema de seguridad para Estados Unidos y Chile. ¿Se producirá una confrontación entre una potencia como Estados Unidos y otra emergente como China? Claro que sí, cuando menos en el orden diplomático.

Hoy se está especulando que es un escenario donde se puede producir una confrontación más allá de lo diplomático a lo que se ha dado en llamar la “trampa de Tucídides”. Vale decir, se vendría un conflicto inevitable entre ambas potencias. Considero que el futuro de China está planteado para ser el nuevo país hegemónico a nivel mundial con el devenir de los próximos 20 años.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *