LOS HOMBRES DEL PRESIDENTE Y EL SISTEMA DE INTELIGENCIA

A veces la historia se repite en espacios distintos y con actores también diferentes, pero la ambición por el poder y la desconfianza en sus propios colaboradores y más todavía de los opositores políticos, resultan ser el lado vulnerable de un gobernante que sabe que no las tiene todas con él. Eso es lo que le pasó al presidente Richard Nixon quien estaba convencido que muchas situaciones políticas de su gestión gubernamental eran filtrados a la prensa por sus propios colaboradores. Cuando decidió postular a la reelección su desconfianza se agigantó, lo que determinó que recurriera a los sistemas de inteligencia para espiar a los suyos y a los de la posición. Esto concluyó con el escándalo político conocido como el Watergate lo que determinó la renuncia al cargo de presidente de los Estados Unidos, todo esto se dio en 1972.

Descubierto el escándalo político, el presidente Nixon dijo que no sabía nada, expresó que todo era un trabajo de los sistemas de inteligencia, lo que denotaba que no tenía el control de estos aparatos encargados de garantizar la seguridad del Estado. En definitiva, se había producido una distorsión de las responsabilidades de los órganos de inteligencia. La historia demostró que el presidente sí sabía de todo lo que los órganos de inteligencia producían, es más él dispuso la realización de esas acciones, finalmente tuvo que renunciar.

En el Perú, el ex primer ministro del presidente Ollanta Humala, Salomón Lerner Ghitis ha revelado qué si se hacía seguimiento a personas que colaboraban con el gobierno y la prueba de ello fue la presentación del folder de las acciones que realizaba el asesor Carlos Tapia, quien fue retirado del cargo. Esto es pues desconfianza, de allí a que ahora se hayan producido una serie de denuncias que desde la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI) y los órganos de inteligencia de la Policía Nacional se estén realizando nuevos seguimientos a opositores políticos, periodistas o empresarios, es un accionar que está contra la ley. Habría que preguntarse si los Jueces Superiores Ad hoc que de acuerdo a ley son designados por el Poder Judicial, autorizaron dichas acciones. Lo dudo, ya que se verían comprometidos en autorizaciones ilegales que no ha previsto la ley para estos organismos. Los dos Jueces Superiores Ad hoc son los únicos que pueden autorizar el seguimiento a personas que representen una amenaza a la democracia y la seguridad del Estado. Y si por apreciaciones propias de los órganos de inteligencia hacen seguimiento e interceptación telefónica a algún ciudadano, la DINI está en la obligación de informar a los Jueces Superiores Ad hoc y estos funcionarios de la ley, están en la obligación de evaluar la decisión, para luego tomar dos caminos,  legitima la acción y por tanto autorizan se continua con el seguimiento o la interceptación, o niegan y disponen la suspensión inmediata de los actos de inteligencia que se estén efectuando, puesto que los argumentos presentados no tienen la justificación ni los sustentos de amenazas que se creen realizan las personas supuestamente sospechosas.

Consideramos que la democracia no puede desconfiar de sus propios ciudadanos, porque son juegos de la democracia, la crítica, el cuestionamiento, las denuncias por actos ilegales o acciones de corrupción; no puede haber democracia sin el derecho a disentir está conculcado, negado, pisoteado. Hay que reconocer que por ahora la libertad de prensa no ha sido mellada, pero también hay que reconocer que el poder corrompe y cuando ello ocurre existe la tendencia a ocultar y limitar la información porque la corrupción no tolera ser descubierta y si está asociada al poder es capaz de todo, incluso de eliminar a ciudadanos.

Es pues la hora de que el Congreso de la República ejerza otras formas de control de los órganos de inteligencia, está visto que los presupuestos de estas organizaciones en materia de gastos reservados se incrementado notoriamente, son órganos que al parecer tienen iniciativa propia para quedar bien con quien los nombró en el cargo, en estos casos, más que cumplimiento de funciones lo que se produce son subordinaciones sumisas que hacen daño al Estado y al gobierno. El nombramiento de los hombres de inteligencia tiene que estar refrendado por el Congreso, la hoja de servicios del futuro director y subdirector de inteligencia que se designen debe recaer  un civil o un militar con vocación democrática, lo que nos lleva a revisar los planes de estudio de estas instituciones y de la propia fuerzas armadas para establecer cuan democrática es la formación de los militares peruanos, cuan respetuosos son de la ley y los derechos humanos y cuan tolerantes son con los civiles.

Actualmente la seguridad es reconocida como un concepto multidimensional, comprende aspectos políticos, económicos sociales, medioambientales, geopolíticos y militares, entonces se requiere de personas que acepten esta multidimensionalidad de los fenómenos políticos y sociales como es la característica de los tiempos actuales. De manera que cubrir todos los puestos de inteligencia como los de seguridad y defensa mayoritariamente por militares, concluye en una militarización de la actividad, donde de acuerdo a las doctrinas pasadistas aún vigentes, los opositores son enemigos del Estado. Eso es lo que hizo Montesinos con el SIN, observó, siguió y muchas veces ejecutó, por eso es que está donde está. La inteligencia no es eso es básicamente predicción de hechos y situaciones deducibles de la observación de la realidad, de la asociación de circunstancias tangibles, visibles; no de ver en todos los ciudadanos enemigos del Estado. Una militarización conduce a las doctrinas brasileñas de los años sesenta donde todo era tierra arrasada.

Creemos en la necesidad de la existencia de los órganos de inteligencia, creemos en la democracia, respetamos a las instituciones, pero se hace necesario realizar los nombramientos adecuados, con personas idóneas que la sola mención de sus nombres inspire respeto, confianza y seguridad. Tenemos los ciudadanos derecho a pedir y reclamar lo que hay derecho es a que desconfíen de todos nosotros, incluso anticipadamente. Retire a los cuadros actuales porque le darán serios nubarrones a su gestión, desmilitarice la actividad de inteligencia.

 

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