- Geopolítica del Estado
Cuando en el último tercio del siglo XIX aparecieron los pensadores globales justificando al rol del Estado y su necesidad de expansión, conquista territorial y control de los recursos estratégicos ubicados más allá de sus propias fronteras, se estaba dando inicio a una nueva disciplina que a partir de 1916 su creador el sueco Rudolf Kjelen, haría popular, hablamos de la geopolítica. Nació como una disciplina para realizar la proyección internacional del Estado y entre cuyos principales teóricos tenemos a Ratzel, Haushofer, Mackinder, Mahan y Morgenthau. La Segunda Guerra Mundial como la Guerra Fría, fueron manifestaciones de estas voluntades geopolíticas de los líderes de la época para dominar el mundo e imponer sus ideologías y modelos de desarrollo.
- Geopolítica de las drogas
En los años 90 del siglo pasado, el francés Alain Labrousse, observa que el tráfico de drogas ligadas a plantas nativas en varias partes del mundo como la andina hoja de coca que incluso fue llevada a Java y Taiwan, la amapola, la marihuana y el hachis, propias del mundo asiático y árabe, generaban la necesidad de ocupaciones territoriales para garantizar el cultivo de las plantas y su procesamiento en drogas que se distribuyen en todas partes del mundo y que a la sazón producen ganancias gigantescas; Labrousse, observó también, que gobiernos y servicios de seguridad recurrían a estas mafias para debilitar gobiernos o penetrar en ellos y actuar con la impunidad que los caracteriza, lo que dio lugar a crear el Observatorio de las Drogas que en sus últimos informes nos refiere la existencia de Narco-Estados en varias partes del mundo cuyas economías son sostenidas con los ingresos inmensos que producen las drogas ilícitas.
- Geopolítica de la corrupción
Pero ese tema no es el que nos ocupa hoy; hoy apreciamos otra dimensión y manifestación de la geopolítica centrada en el sector privado y su proyección internacional, en el que el Estado y sus instituciones se constituyen en el espacio de las oportunidades de hacer negocios. Para ello se aprovechan de las debilidades humanas de los funcionarios designados por ley o elegidos por votación popular y se prestan para penetrar en las intimidades del poder y obtener los negocios proyectados, donde ambos ganan: corruptos y corruptores.
La figura de la Asociación Público-Privada (APP) se ha prestado principalmente para ello; esta asociación está garantizada en el caso del Perú, por la propia Constitución vigente que en su artículo 59 señala: “El Estado estimula la creación de riqueza y garantiza la libertad de trabajo y la libertad de empresa, comercio e industria. El ejercicio de estas libertades no debe ser lesivo a la moral, ni a la salud, ni a la seguridad públicas”.
Pues bien, el caso Odebrecht, constituye una muestra de esas otras dimensiones que adquiere la voluntad humana por el enriquecimiento ilícito; cubiertos de formalidad legal, hombres y familias de cuello y corbata a quienes por lo regular no les falta dinero, se organizan para acercarse al Estado en el entendido que dentro de las Constituciones liberales, el Estado es un mero ordenador normativo y quienes ejecutan la actividad de promoción del desarrollo, son los órganos de ese Estado que se encuentran en el Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial, responsables de decidir el gasto público en la edificación de puentes, carreteras, hospitales, aeropuertos, servicios de peaje, colegios, edificios públicos; es decir, un sinnúmero de obras que se supone se dirigen a satisfacer y aliviar las necesidades de la población a lo largo y ancho del país.
¿Por qué decimos que Odebrecht es una organización empresarial que ha actuado con criterio geopolítico y ha devenido en un enorme caso de corrupción?
Porque la corrupción descubierta a Odebrecht en los Estados Unidos, está permitiendo reconstruir los verdaderos alcances de una organización que si bien tiene su sede en Brasil, se encuentra representada en cuatro continentes y 25 países: Alemania, Austria, Angola, Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Corea del Sur, Cuba, Chile, Ecuador, Emiratos Árabes Unidos, Estados Unidos, Ghana, Guatemala, Luxemburgo, México, Mozambique, Panamá, Perú, Portugal, República Dominicana, Singapur, Sudáfrica y Venezuela.
El modus operandi, se centró en llegar a las estructuras del poder de los Estados; vale decir, a los altos funcionarios que intervienen en la toma de decisiones para la ejecución de obras nacionales; se acercaron a los gobiernos regionales o subnacionales como se dice ahora a los departamentos y provincias del país con el propósito de sugerirles los paquetes de obras con las que contaban para su región; las obras les decían, les garantizaría la posibilidad de ser reelegidos. El negocio era redando para la empresa Odebrecht y para los corruptos de todo pelaje que han circulado en la administración pública del país del que al parecer pocos son los que se salvarán. Por todo lo que se ve en estos días, la corrupción está presente en los grupos de centro, izquierda y derecha del país.
- Otras actividades de Odebrecht
Quienes piensan que Odberecht es solo una empresa dedicada a la construcción, están en un grave error; ha sido concebida como una organización global, desde el momento que se encuentra presente en cuatro continentes y 25 países; la empresa tiene una variada gama de negocios y participaciones distribuidas en el mundo. Esa lista de oportunidades de hacer negocios con Odebrecht, son los siguientes: Construcciones de infraestructura, Industria naval, Agroindustria, Medio ambiente, Petróleo y gas, Defensa y tecnología, Ingeniería y Construcción Internacional (infraestructura), Ingeniería y Construcción Internacional (Ingeniería industrial), Inversiones, Inmobiliarias y Transportes, Construcción de aeropuertos, Buques, Central hidroeléctrica, Plataformas sumergibles, plataformas flotantes, entre otros tipo de actividades con los que llegan a los gobiernos donde se instalaron y corrompieron.
Los tentáculos de Odebrecht por la gama de servicios que proporciona en el mundo, siempre serán una oportunidad para la actividad delictiva y corrupta de quienes aspiran dirigir los destinos del país. Los organismos de promoción del desarrollo internacional como el Banco Mundial, el Banco Interamericano, la OCDE a la que aspira llegar el Perú deben generar nuevas formas de control para contener tanta angurria que muestran los líderes y los empresarios que hacen de la ética y la moral un estropajo por lo inescrupulosos que resultan en su actuación.
El país requiere de nuevos líderes transparentes y decentes pero no de la boca para afuera sino en toda su integridad, porque los que hoy existen son de madera apolillada y que en lugar de salir termitas brotan alimañas.