ELECCIONES: ENTRE LA DEMOCRACIA Y LA CORRUPCIÓN

El 7 de octubre próximo se realizarán las elecciones generales que tienen como propósito elegir a los gobernadores de 25 regiones en la que equívocamente está estructurado el país, a 196 alcaldes provinciales y 1,874 alcaldes distritales, será una opción entre una frágil democracia institucional e indefensa y una sólida y desvergonzada participación de actores que fungen de dirigentes políticos orientados a capturar los presupuestos públicos con el argumento de resolver los crecientes problemas de sus localidades.

  • Violentando la región

Vivir Bien, es la única revista que en más de una oportunidad ha fijado su punto de vista sobre la organización regional. El golpe de Estado de 1992, frustró la organización de 11 regiones con la que contaba el Perú, este número fue definido por la Ley de Bases que en 1984 aprobó el gobierno del presidente Fernando Belaúnde de Terry, fue implementada y tuvo un funcionamiento imperfecto durante el primer gobierno de Alan García. Mal que bien, el Perú rompía con una organización territorial y política que fue heredada del Siglo XIX, por tanto, había que perfeccionarla con el tiempo.

Los errores de esta nueva organización territorial del país, apenas duró siete años, no fueron perfeccionados como debió de ser, sino que el golpe de Estado del expresidente Alberto Fujimori en 1992, sirvió de pretexto para acabar con este proyecto que desde los años 30 del siglo XX clamaban José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre.

El 5 de abril de 1992 fue la fecha donde se decretó la desaparición de las 11 regiones y su retorno a la organización de departamentos a los que se les comenzó a denominar región. Es decir, de un plumazo el concepto región, que significa agrupar a varios departamentos cercanos y complementarios como planteaba el maestro Javier Pulgar Vidal y como lo entiende la planificación francesa, se dejó de lado, y cada departamento se convirtió en una región; de ese modo pasamos de 11 regiones a 25 departamentos, todos sin voluntad de integración pero sí manteniendo el nombre de región.

  • Consolidando la corrupción

Si antes las 11 regiones incluían a varios departamentos, ello significó contar solo con 11 presupuestos, ahora tenemos 25 mal llamadas regiones que han dado pie a 25 presupuestos, que no han hecho otra cosa que dar oportunidad a cuanto corrupto llegó al control de los gobiernos departamentales, provinciales y distritales, hay como lo demuestran los hechos una lapidación sistemática de los fondos públicos.

¿Qué factores han contribuido a esta situación?

La reelección sucesiva de autoridades, lo que facilitó más que se consolidaran los grupos de corruptos y crearan bandas para realizar apropiaciones ilícitas y negociados de todo tipo, con lo cual satisfacían su angurria por el poder, las mujeres, el dinero y el lujo.

La presencia de un control formal que solo existe en el papel; en ese sentido, la Contraloría General de la República es la que más ha fallado porque a pesar de haberse descentralizado y creado subsedes en las principales provincias del país como en el caso de Chiclayo, fue una de las localidades donde más se robó y el alcalde provincial corrupto por naturaleza, irónicamente había denominado a su agrupación política “manos limpias”; este sujeto se iba por la tercera reelección. Nadie del control se daba por enterado, el alcalde regalaba propiedades, edificios a su amada novia y el control bien gracias, gozando de buena salud y mirando al costado.

Los partidos políticos, que hicieron una retirada sistemática de cada distrito y de cada provincia del interior del país; añadido a ello, los dirigentes de los partidos crearon oligarquías internas que bloqueaban las aspiraciones de las generaciones jóvenes de reemplazo. Los partidos entraron en crisis internas que facilitó la migración a otras organizaciones o crearon sus propias entidades para llegar al poder local incluso el nacional.

El oportunismo de los dirigentes desplazados o bloqueados por los partidos políticos, que se dieron cuenta que ellos podían ser la nueva fuerza de reemplazo sacudiéndose de las taras de los partidos políticos a los que pertenecían; éstos nuevos dirigentes, conocedores de las necesidades populares dieron lugar a la creación de organizaciones personales o de grupos locales a las que denominaron partidos o alianzas, permitidas por la ley. Así nacieron organizaciones sin sustento ideológico o filosófico que sirviera de soporte al sistema político vigente; de esa manera hoy pululan una variopinta lista de organizaciones que llevan como símbolos de identificación, animales, aves, reptiles, árboles y plantas en general. La política ha sido reducida a su expresión más baja, propia del tercer mundo.

Los vientres de alquiler, son estructuras gaseosas de organizaciones que son conducidas por personas que se dan el trabajo de conseguir firmas, inscribirse como partidos y luego ofertar su organización a aquel grupo “político” que no cuenta con la exigencia en cantidad de firmas para inscribirse ante las autoridades electorales; por eso el vientre de alquiler responde a la voluntad de su representante legal. Estos vientres de alquiler son los que prácticamente han llevado al poder a Ollanta Humala y Pedro Pablo Kucsinsky, no cuentan con bases partidarias, ni practican la democracia interna, puesto que son una suerte de franquicia que se vende al mejor postor.

  • ¿Qué es lo que se tiene que hacer?

Considero que hay cosas que se tienen que realizar de inmediato. Por el lado legal, se dicte una norma que prohíba su existencia, porque mantenerlas no hace otra cosa que deteriorar más al sistema político que de por sí se cae a pedazos.

Por el lado de la ciudadanía y los medios de comunicación de todo tipo, así como las redes sociales, desenmascarar a cuanto sinvergüenza se ha inscrito en los diversos grupos políticos. Si ello no se hace con la prontitud del caso, estaremos eligiendo en noviembre, a sujetos que no pagan la pensión de alimentos de sus hijos, a los que falsifican y adulteran sus discutidas hojas de vida para demostrar lo que no son, a violadores, a corruptos de todo pelaje; es decir, a una sarta de delincuentes que vienen con los colmillos abiertos a robarnos el dinero que pagamos con nuestros impuestos.

Son estos aventureros de la política, los que sobrevaloran las obras, los que las atrasan en su entrega, los que inventan las adendas, los que construyen puentes que se caen o desploman. Si no se detiene a esta jauría de delincuentes legitimados por el inocente o incauto voto ciudadano, entonces no nos quejemos cuando se descubra que han robado. Más bajo ya no podemos caer o debemos convencernos que pertenecemos al tercer mundo.

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