Dicen los entendidos que el virus que nos ha fijado a todos en nuestros hogares desde el 15 de marzo, tiene como principal efecto en las personas la pérdida del olfato, del oído y posiblemente una inicial ceguera. Esto es tan cierto que gran parte de la ciudadanía no se viene percatando que la izquierda rosa, que en el lenguaje marxista son los mencheviques, han llegado al poder de costado, y lo han conseguido, utilizando las propias armas que les brinda el sistema capitalista y burgués que critican pero que aprovechan al máximo, lo que les ha permitido legitimarse a través del voto popular. Esta jugada, que la ceguera de la ciudadanía no le ha permitido apreciar, hace que ya estén en el congreso, la administración pública, los gobiernos regionales y palacio de gobierno y todos ellos recibiendo sus salarios con los impuestos que pagan los ciudadanos en general; es decir el país sostiene a quienes la llevan por el camino de la destrucción.
Pero, además, por cuerdas paralelas están los bolcheviques, los violentistas, los radicales, los que movilizan las calles, los que arrasarán con todo, los que buscan heridos y muertos, los que encuentran en la mayoría de los medios de comunicación de todo tipo, su caja de resonancia, porque frente a los heridos, la policía ya no representa a las fuerzas el orden sino la represión criminal que con tanta ligereza califican los “periodistas” de RPP como si les constara tales hechos.
Este juego a dos bandas les está permitiendo, copar todos los ministerios, los organismos públicos, los servicios de inteligencia del Ministerio de Interior y la Policía Nacional, la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI) lo que les facilitará influenciar en los resultados de las elecciones de abril. Por esta razón es que las reformas de las fuerzas de seguridad son meros cuentos chinos, el gobierno militar reformó a la policía, Alan García las reformó e integró a las tres fuerzas que antes realizaban actividades diferentes: la Guardia Civil, se encargaba del orden público, la Guardia Republicana de la vigilancia de las fronteras terrestres y la Policía de Investigaciones de la investigación de la criminalidad. También reformaron a las Fuerzas Armadas y las integraron en el Ministerio de Defensa, reformó Fujimori, reformó Alejandro Toledo, reformó Ollanta Humala e hizo de la DINI una institución a su servicio personal y fines políticos, la pregunta sería ¿qué gobierno no hizo reformas en las fuerzas de seguridad?
Si se trata de medir los resultados de las reformas, ¿cuáles son las efectividades de tales reformas?, ¿se acabó con la corrupción en esas instituciones?, ¿se redujeron significativamente las áreas de cultivo de las hojas de coca?, las avionetas que ingresan de Brasil o Bolivia violando la soberanía aérea ¿ya han sido controladas? Los reformadores del gobierno de transición, dirigidos por Francisco Sagasti, ¿ya lo consiguieron? Al parecer no han logrado nada trascendente, puesto que la eliminación de 18 generales de la policía, que la ciudadanía sepa, no responde a un proyecto concreto de lo que deben ser las fuerzas del orden frente a los riesgos y amenazas y en relación a la ciudadanía. A nadie, que sabe que va a permanecer solo ocho meses en el poder, se le puede ocurrir iniciar una reforma trascendental que por lo regular dura varios años; salvo que se quieran quedar conduciendo un proyecto autoritario como el cubano y el venezolano, y esos 18 generales dado de baja son un obstáculo para sus fines de contar con una oficialidad ad hoc a sus intereses políticos.
No de otra forma se puede entender, la razón por la que los violentistas, han logrado se anule la ley de promoción agraria que lleva 20 años de eficaz, que es la que ha permitido la internacionalización de productos no tradicionales y mayor capacidad de obtención de impuestos para las obras de desarrollo a ser financiadas o los recursos que se están utilizando para atender la pandemia. Son también estos radicales de las calles que han obtenido que se apruebe una ley que beneficia a todo el transporte informal. Después vendrán los que exijan la eliminación de la ley de minería, o los que busquen debilitar más a las fuerzas del orden.
En medio de toda esta barahúnda que desarrollan los grupos radicales por todos lados, han soltado el Sambenito del cambio de la Constitución; quieren que el Estado lo controle todo, que el Estado se torne en empresario. Ese cuento chino ya lo vivió el país con la Constitución de 1979 que quieren volver a restaurarla; con esa Constitución el Estado llegó contar con 220 empresas públicas que anualmente tenían sus cuentas en rojo y para que puedan seguir operando vía el presupuesto se les inyectaba dinero para mantener a una frondosa burocracia que recibía 15 sueldos anuales.
Hay que preguntarse por qué razones países que vivieron el socialismo puro y práctico como la ex Unión Soviética, hoy Rusia, Polonia, China en la época de Mao Tse Tung, han transitado con los nuevos dirigentes al mercado global, a admitir la propiedad privada, a obligar el aprendizaje del inglés a todos sus estudiantes; ¿por qué China sigue siendo la fábrica mundial de productos terminados de todo tipo y albergue en su espacio físico a más de 70 mil empresas americanas y europeas? Se dieron cuenta que el socialismo lo único que asegura es la igualdad en la pobreza, y están tan convencidos que el modelo capitalista funciona y prefieren llamarlo “socialismo con características chinas”.
Mientras tanto aquí los comunistas del Perú, se quedaron en el socialismo del siglo XIX, no se han enterado que, a partir de enero en Cuba, se abrirá más el mercado y el dólar circulará con libertad de la que no gozaba, se producirá la primera devaluación desde 1959 y el tipo de cambio único será de 24 pesos por dólar.
La izquierda llegó al poder y está afilando las fauces para vía la violencia política y la paralización de toda actividad, principalmente la exportadora, el Perú ingrese por medio del voto popular a ser una Nicaragua, una Cuba o una Venezuela con la pobreza ya por todos conocida. Ojalá que pronto aparezca una vacuna que despierte a la mayoría de peruanos y les devuelva el olfato, lo saque de la sordera en la que vive hace tiempo y sobre todo lo saque de la ceguera en que circunstancialmente se encuentra, antes que sea demasiado tarde.