LLEGAN AL PODER PARA SERVIRSE

Para las elecciones presidenciales y congresales del 11 de abril de 2021, fecha en el que el país celebrará 200 años de vida republicana, se presentan una veintena de candidatos con cientos de personas que quieren llegar a cubrir una curul parlamentaria, y es preferible hablar de cantidades que, de calidades, salvo las excepciones del caso, pero que de acuerdo a los resultados de las encuestas iniciales no tendrían opción de llegar al poder.

Entonces uno se pregunta ¿por qué tanta masa quiere llegar al poder? La respuesta con ética y valores sería una sola “Para servir a la nación y contribuir con su creatividad a desarrollar al país”. En ese caso tiene sentido, la frase de José Mujica, ex guerrillero que llegó al poder y salió en olor a multitud en Uruguay: “Hay gente que adora la plata y se mete en la política, si adora tanto la plata, que se meta en el comercio, en la industria, que haga lo que quiera, no es pecado, pero, la política (y lo subrayaba) es para servir a la gente”. Otro peruano decente como Valentín Paniagua, al respecto también dijo: “Puede haber políticos sucios, pero la política no es sucia. La política es la mejor oportunidad para servir y para hacer posible que el sueño de la gente se cumpla; lo grave en el Perú es que la gente no se comprometa políticamente”.

De la lista de organizaciones que postulan a obtener el voto ciudadano, se aprecia que hay, delincuentes en sus diversas modalidades; hay plagiadores que confesaron nunca haber leído un libro y es dueño de varias universidades, dicen, los que lo conocen que “tiene plata como cancha” pero tampoco declaró una propiedad de varios millones en España; hay otros que no han reconocido a sus hijos, también quienes no pasan la pensión alimenticia a sus vástagos. Según el diario Gestión (11/1/21) de un total de 229 candidatos a nivel nacional hay quienes tienen sentencias de tipo penal y civil, por delitos cometidos que van desde defraudación tributaria, estafa, usurpación peculado y robo, además sentencias por practicar violencia familiar y lesiones leves y graves.

Esta es la masa que quiere representar a 33 millones de peruanos, ávidos de que el gobierno cree las condiciones como dispone la Constitución para poder desarrollar. Claro que también hay, quienes sin ser delincuentes reflejan una ignorancia supina que no se sabe cuál será su aporte por el bien del país.

¿Y qué grupos políticos cobijan a estos angelitos del Señor? Según la información registrada en el portal del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), 24 están bajo la sombra de UPP, 20 bajo el paraguas de APP y 19 encubiertos en Perú Libre. Las otras agrupaciones que se prestan a este juego perjudicial para el país y su economía son Acción Popular que protege a 17, Avanza País a 15 y Democracia Directa, Partido Morado, Somos Perú y Podemos tienen a 14 delincuentes cada uno de ellos, que pintan como futuros congresistas.

Tendríamos que ser muy ingenuos para considerar que toda esta masa de ignorantes y delincuentes metidos a políticos, estén pensando en sacar del subdesarrollo al Perú. Todo indica que seguiremos siendo “país emergente” de segundo nivel y que habrá que esperar otros 200 años más.

Lamentablemente, se va a iniciar otro período de la historia nacional con una institucionalidad débil, frágil donde sus integrantes poco tienen por aportar, será más de lo mismo, serán otras caras, pero las acciones ilícitas de sus protagonistas ya figuran en las leyes penales y como decía Mark Twain “la historia no se repite, pero rima”. Lo que quiere decir, que aparentemente cada día suceden cosas distintas, pero en el fondo no hay nada nuevo bajo el sol.

Esta metáfora de Twain, nos permite apreciar que, en los últimos gobiernos de Alejandro Toledo, Alan García, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski, Martín Vizcarra y Manuel Merino hay un hilo conductor que atraviesa y empaña el sistema político, y es la corrupción. Cambiaron los tiempos, cambiaron los personajes, pero la corrupción sigue inalterable, viva, sólida, con una voracidad que no tiene límites, insaciable como lo fue la corrupción del contrato Dryfus en el siglo XIX, como lo fue en el siglo XX el escándalo de la International Petroleun (IPC) que se negaba a pagar impuestos por la explotación de los yacimientos de petróleo en el norte, como son los diversos contratos de los últimos cinco presidentes que han gobernado el Perú.

No quiero ser pesimista, pero los hechos ocurridos en estos últimos veinte años nos indican que tenemos no solo a presidentes y sus consortes involucrados en actos de corrupción, sino que de esta debilidad humana no están exceptuados los 19 gobernadores regionales que están procesados, fugados y otros encarcelados, tampoco se libran de esta situación cientos de alcaldes provinciales y distritales que también han echado mano a los dineros del Estado que es de todos los peruanos.

Estoy convencido que esta gente no llega a servir, no llega a sacar de la pobreza a millones de peruanos que han perdido su trabajo como producto de la pandemia. Están preparándose para los futuros nuevos negociados que empresas como Odebrech, deben tener a sus candidatos para realizar obras faraónicas que una vez terminadas cuestan cinco veces su valor original o son elefantes blancos que tampoco sirven de algo.

Es pues el momento de mantenerse vigilantes y no otorgar el voto decente y transparente que cada uno de nosotros porta, para que una manga de delincuentes, ignorantes, y bien hablados lleguen a la presidencia o al congreso. Es hora de exigir, o seremos víctimas de tanto improvisado que ha llegado a la política a servirse y no a servir al país.

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