AL PIE DEL ABISMO

 

¿Por qué el país está al pie del abismo? Porque históricamente los que han gobernado el Perú, con algunas excepciones, han hecho trizas de la democracia y las instituciones, y en materia presupuestal, ingresaban pobres y salían millonarios con propiedades en el país y el extranjero.

Para asegurarse esos privilegios y oportunidades de saquear al erario nacional, inventaron leyes que cubrían sus fechorías y con ello dieron visos de legalidad para esquilmar los millones de soles y dólares que negociaban ya por vía del presupuesto o a través del endeudamiento público internacional, hipotecando así a varias generaciones.

En los últimos 30 años, esta figura ha sido cosa de todos los días y en los tres poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, y por supuesto en los 19 ministerios y los 25 gobiernos regionales, las 165 alcaldías provinciales y los 1800 gobiernos distritales, la corrupción fue un hilo que atravesó a la clase política de todo nivel.

Y en el colmo de la sinvergüencería, cuando de elecciones se trataba, aprobaron en el congreso una ley que señala que se podía recibir dinero para las campañas políticas sin preguntar si su procedencia era legal o ilegal.

Esta ley sirvió para que los políticos, hoy investigados, se llenaran la boca en afirmar que “Recibir dinero no es delito”. Esa frase la repiten hasta la saciedad Ollanta Humala, Lourdes Flores Nano y Susana María del Carmen Villarán de la Puente, y cuanto corrupto gobernante de las organizaciones nacionales o subnacionales recibieron dinero para regalar las riquezas del país que nos pertenecen a todos los peruanos.

La frase del gran corruptor internacional Marcelo Odebrecht, lo revela todo: “Las veces que dimos dinero legal o ilegalmente, siempre fue a condición de una retribución” …; y esa retribución se tradujo en la entrega de obras faraónicas elevadas en su presupuesto con lo cual recuperaban en demasía lo “invertido” por las donaciones entregadas a los “políticos”.

Y a la fecha, son pocos los que están presos, son pocos a los que se les ha despojado de lo que no les pertenece, porque son dineros de los contribuyentes puntuales que pagan impuestos o a las que la SUNAT les exige cumplir con el Estado, para las obras públicas, dicen.

¿Y a guisa de qué, viene este recordatorio? porque los millones de votantes expresaron sus voluntades entre 18 candidatos de los cuales la suma de los votos obtenidos por los tres primeros puestos, no llegó al 50% más uno, que se requiere para ser presidente en la primera vuelta.

De manera que Pedro Castillo con 18.92 % y Keiko Fujimori con el 13.91% son minorías poco representativas porque con las justas suman 32.83%; siguen siendo minorías porque el resto de la población está repartida en 16 grupos que solo representan a personas y no a proyectos de largo plazo para el país.

¿Dónde está el peligro entonces?

El mayor riesgo para la continuidad de una democracia en construcción desde hace 200 años, democracia que se caracteriza por su fragilidad, tolerancia, y principalmente atravesada por la corrupción, es que se disputan el poder dos opciones con posiciones diametralmente opuestas, que están realmente en las antípodas.

Pedro Castillo, tiene como soporte ideológico un documento de 77 páginas denominado: “Perú Libre: Ideario y Programa”, elaborado y firmado por el dirigente Vladimir Cerrón Rojas. El ideario, dice que se cambiará la Constitución, que el pueblo gobernará hasta que la sociedad sea cambiada en su totalidad.

Que las empresas serán estatizadas, que las utilidades de las inversoras extranjeras solo podrán retirar el 30% y que el 70% quedará para el pueblo; además cerrarán la Defensoría del Pueblo y el Tribunal Constitucional.

Realmente, es un documento incendiario, de nacionalismo extremo con el cual quieren convertir al Perú en una autarquía comunista en la región. El mentor de este documento, Vladimir Cerrón, lo dice en su hoja de vida que ha estudiado en Cuba, ha realizado estudios de maestría y doctorado en la isla donde un grupo de guerrilleros llegó al poder en 1959 y hace 60 años no lo deja, pero ha universalizado la pobreza y en esa ruta está Venezuela y a ese destino quieren llevar al Perú.

Por otro lado, tenemos a la candidata Keiko Fujimori, a quien se le ha calificado como representante de la derecha o del capitalismo subdesarrollado, quien carga el peso de un padre que comenzó como demócrata, elegido por el voto popular, que a los dos años (1992) cerró el congreso.

Dio una nueva constitución liberal (1993) la misma que facilitó la comercialización internacional de la que todavía goza el Perú, pero que políticamente cometió excesos condenables en el trato al terrorismo.

Y tampoco fue ajeno a la corrupción, razones que por el cual cumple condena.

De modo que, mientras la señora K, no se sacuda del lastre político que representa su padre, la gente y el votante de modo particular, arrugará la nariz y el barullo de rechazo siempre estaré presente.

La ciudadanía quiere confiar en alguien que represente transparencia, decencia, honestidad, decisión frente a los poderosos y quiere un Estado que controle la voracidad del “capitalismo salvaje” como en su oportunidad lo hizo la lideresa de Alemania Ángela Merkel, quien fue reelegida y se acaba de retirar después de 18 años de gestión exitosa para su país y la Unión Europea. Ella no tuvo que cambiar la Constitución ni las leyes porque quería perpetuarse en el poder, hizo que el Estado alemán defienda a los trabajadores del “capitalismo salvaje” y fue así como algunas empresas de servicios estadounidenses se tuvieron que retirar porque no respetaban los derechos de los trabajadores.

Si la señora K, no hace un deslinde político con su progenitor, entonces los votantes no verán en ella a una lideresa auténtica, sino que el ADN de su padre se reproducirá con amplitud de libertad, respaldada por el voto popular como lo hizo cuando acumuló 73 congresistas cuya actuación cavó la sepultura para el cierre del congreso por el expresidente Martín Vizcarra.

Esa falta de deslinde, ha hecho que los votos del pueblo elector, se difuminen entre 18 candidatos, y ha expresado su malestar otorgando su voto al candidato de Perú Libre, (18.92%).

Es un voto de una minoría cuyo representante tiene un lenguaje y un ideario abiertamente vinculado al marxismo y al maoísmo, que, como expresión de solución de problemas de bienestar, solo han producido pobreza.

Considero que el resultado de la primera vuelta, no es una demostración de que la población quiera vía el voto llegar al socialismo, puesto que está debidamente informada de lo que ha ocurrido con esas experiencias socializantes.

Es sí una voz de protesta contra todo lo que han significado las muestras de corrupción en todos estos años de impunidad, pero sin sanción efectiva frente al pobre que no tiene como defenderse, que no tiene luz ni agua y le piden irónicamente que debe comprar alimentos para una semana y así evitar el contagio.

Si el pueblo peruano, el de la calle o el de a pie, como se dice ahora fuera violento y estuviera identificado con el socialismo, hace rato el país habría sido comunista, los intentos subversivos de los años 60 y los 80-90, demuestran que la población pobre de la sierra y la selva los corrió.

El resultado del voto de primera vuelta, es la advertencia del pueblo que conforma el 75% de la informalidad, que no tiene nada que defender, pero sí mucho por ganar cuando un efectivo dirigente se aprovecha de esa necesidad y podría obtener el voto que lo lleve a la presidencia.

El país pues, está advertido.

 

 

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