La agonía del ciudadano recién empieza, será un largo camino, pero de mucho dolor y frustración. Después de un tiempo, bastante corto, cuando tome conciencia de lo que su voto determinó, recordará con nostalgia y amargura lo que perdió y recién se percatará cómo el futuro propio y el de sus hijos, ingresó a un túnel obscuro, que la historia del país demuestra, que tarda años en encontrar la salida y vuelva la luz de la esperanza y la democracia, que siempre se mostró frágil y esquiva.
Y decimos esto porque en la región Latinoamericana, el 31 de diciembre de 1959, Fidel Castro, tomó el poder por las armas y acabó con una dictadura conducida por Fulgencio Batista; era la forma de hacerse del poder y terminar con un dictador que por décadas se mantenía en el poder; toda América saludó ese gesto liberador. Han pasado 62 años y ese grupo comunista que inicialmente decía implantaría un gobierno democrático y de bienestar para sus habitantes, aún no deja el poder. Resultado, migración forzada, retroceso económico, desocupación, racionamiento alimentario, espionaje delator en cada barrio y un país empobrecido.
En Nicaragua, Daniel Ortega, líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional, también hizo lo suyo, contribuyó a acabar con la dictadura de los Somoza que llevaba cuatro décadas de abuso; vendrían nuevas elecciones después de la señora Violeta Chamorro y esta vez, Ortega desde el 2006 a la fecha lleva tres períodos gobernando y se va por la cuarta reelección; el detalle es que a cuatro líderes de la oposición que compiten con él, los tiene encarcelados y todo indica que será “reelegido democráticamente”, nuevamente. Ortega es un fiel seguidor de Castro, con su mujer han fundado una dinastía “electoral” y como los Somoza, a quienes combatió, no quieren dejar el poder.
Una tercera historia contemporánea es la de Venezuela, producto del fracaso de los partidos Acción Democrática y el COPEI; el Comandante Hugo Chávez representó una opción diferente a la de los partidos democráticos agotados y corruptos. Basado en su popularidad, Chávez se alineó a las directivas de Fidel Castro, transformó, su país y despojó de bienes, empresas a cuanto “enemigo” burgués o capitalista significara una oposición a su gestión; igualmente cambió la Constitución para ser reelegido indefinidamente. A su muerte, la continuidad de aquel gobierno autoritario ha sido seguida por Nicolás Maduro, ya llevan más de veinte años en el poder; se mantienen a sangre y fuego y han desatado una migración forzada de varios millones de venezolanos hacia distintas partes del mundo.
Más al sur del continente, siguieron esta línea Néstor y Cristina Kirchner en Argentina, Evo Morales en Bolivia y Daniel Correa en Ecuador, todos estuvieron alineados a un proyecto reeleccionista autoritario de izquierda.
Y para que no haya más dudas sobre estos iluminados del poder de la izquierda universal, Vladimir Putin, presidente de Rusia, acaba de manifestar que su país retornará a las ideas socialistas, para lo cual ha cambiado la ley electoral, que solo permite permanecer por dos períodos, pero el presidente Putin, encontró la figura de la alternancia y ya lleva 20 años en el poder; pero como esta cantidad de años en el gobierno no le es suficiente, ha logrado cambiar nuevamente la ley que le permitirá permanecer en el poder hasta cumplir los 86 años.
Todos estos casos nos están indicando que, los grupos con ideas izquierdistas, una vez en el poder ya no lo dejarán y cuanta oposición pueda surgir, no solo serán eliminados, encarcelados o perseguidos, sino también son envenenados como puede dar fe Alexei Navalny actualmente en Rusia.
Cerramos estos casos de gobiernos autoritarios de izquierda en Latinoamérica y en Rusia, añadiendo a China, indicando que el actual presidente de China Xi Jimping, ha logrado que el Congreso del Partido Comunista Chino, apruebe para él el ejercicio de la presidencia vitalicia. De modo que, mientras Putin gobernará hasta los 84 años, Xi Jimping lo hará como lo hacían los jerarcas chinos hasta el fin de sus días.
Esta es pues la probabilidad de ocurrencia política por estos lares. No es que el peruano tenga proclividad a convertirse al socialismo, hace rato que lo hubiera hecho y las cosas las habrían logrado con el primer intento subversivo del período 1960-1965 o el que se presentó durante los años de 1980-2000, con Sendero Luminoso y el MRTA. Lo que ha ocurrido es la existencia de un pueblo claramente resentido, frustrado, marginado, postergado, ya que, en los 200 años de vida republicana, ningún gobierno sobre todo los de los últimos 40 años ha resuelto sus necesidades. El pueblo no es necesariamente un pedigüeño, sino que siempre exigió que el gobierno cumpla con las constituciones peruanas como la vigente, que señala que el Estado tiene la responsabilidad de crear las condiciones para que el ciudadano consiga su propio desarrollo. Este mandato simplemente no ha ocurrido.
Lo único que ha ocurrido y a manos llenas, es la apropiación de los recursos del Estado, caer en la corrupción sin límites ni muestras de arrepentimiento y pudor. A los casos descubiertos se les aplicaron sanciones ligeras e irónicas para tanto delincuente de cuello blanco. Todo se corrompió y en el extremo de la ironía aprobaron una ley que indicaba que “recibir dinero no es delito”. El corruptor mayor, el brasileño Marcelo Odebrech dijo al respecto: “Las veces que dimos dinero legal o ilegalmente, siempre fue a condición de…”. A la fecha no hay un caso de algún político que presente un proyecto que elimine ese dispositivo que los llevó a la práctica de una vida libidinosa y disoluta, llena de lujos y exhibicionismo sin escrúpulos y sin límites.
Este es el escenario que está explotando el Partido Perú Libre, “cómo ser pobre en un país rico”; pero detrás de todo ello, existe un proyecto autoritario socialista que siempre termina en lo que se critica de aquellos a los que desplazaron antes por las armas y la guerrilla popular y ahora más legitimado por vía el voto electoral.