OPORTUNIDADES DE LA VIDA

Existen muchas frases sobre las oportunidades que brinda la vida; recuerdo mucho aquella que me dijo la profesora del Colegio San Agustín donde estudiaba mi hijo, a quien solicité le diera una nueva oportunidad para mejorar sus notas, la profesora me respondió con una frase que aún no olvido: “Aquí señor, formamos a los niños para que sepan, que una sola es la oportunidad, la aprovechan o la dejan pasar”.

¿A guisa de qué viene este recuerdo?

A dos situaciones y oportunidades que la vida brindó, a uno y otro personaje, ambos públicos, ambos peruanos, pero con conductas y actitudes distintas, una trascendente y otra opaca, por donde se le mire.

Corría el 17 de diciembre de 1996, la embajada de Japón en Lima, albergaba a cientos de invitados que incluía a diplomáticos de varios países, altos funcionarios del gobierno, militares de alto rango, empresarios, académicos, entre muchos, todos reunidos para celebrar el 63 aniversario del nacimiento del emperador de Japón Akihito. Hasta que, a las 8 de la noche, aproximadamente, se escuchó una explosión que abría un forado por donde ingresaron 14 integrantes del grupo terrorista MRTA, más de 800 personas pasaron de invitados a la condición de rehenes.

Con este acto terrorista, quedaba demostrado el nivel de avance al que había llegado este tipo de organización por capturar el poder, por eso circulaba en las embajadas de la capital que el Perú estaba próximo a caer en manos del MRTA y Sendero Luminoso. Si bien, al día siguiente muchos fueron liberados, sobre todo las mujeres, lo cierto es que quedaron 72 rehenes que serían liberados 126 días después a través de una incursión armada ejecutada el 22 de abril de 1997 por el Comando Chavín de Huantar, exitoso operativo que dio la vuelta al mundo.

¿Pero qué sucedía al interior de la embajada capturada? Los militares y especialmente el almirante Luis Giampietri Rojas, como militar y hombre de inteligencia, asumió su rol de soldado, asumió la responsabilidad para la que había sido entrenado y formado, salvar vidas de peruanos, en manos de terroristas sin Dios, ni patria ni bandera. Fue el almirante quien se puso en contacto con los militares que realizaban actividades de inteligencia en el exterior. Ese trabajo cooperativo y colaborativo, trajo como resultado la liberación de todos los rehenes, excepto uno que fue víctima de una bala terrorista y acabó con la vida de dos valeros oficiales del ejército.

Mientras el almirante Giampietri, arriesgaba la vida diariamente transmitiendo información, otro personaje, por añadidura académico, donde el ejercicio de la ética y la moral es una práctica de todos los días frente a los alumnos, pedía una dedicatoria al cabecilla que estaba dispuesto a eliminar a miles de peruanos para implantar el socialismo. Estamos hablando del académico Francisco Sagasti Hochhausler, que resultó ser admirador del grupo terrorista, razón por la que fue librado al segundo día. Esta historia no ha sido inventada, la contó él en una entrevista que diera en aquella época.

Pasado el tiempo y olvidado el hecho, el ciudadano Sagasti, postuló para congresista por una organización considerada de izquierda; no solo fue elegido sino por esas cosas que tiene la vida, se le volvió a presentar una nueva oportunidad, cuando menos para resarcir su nombre y apellido de mala recordación cuando le pidió al cabecilla del MRTA su firma y dedicatoria para tenerla como recuerdo, vaya recuerdo.

El ciudadano Sagasti, convertido en presidente ocasional, frente a la incertidumbre electoral que vive el país y frente a la posición fijada por los oficiales en retiro de las tres Fuerzas Armadas y la Policía Nacional del Perú, ha ordenado que la ministra de defensa y la fiscalía respectiva, abran investigación a todos los que resulten responsables por los actos de sedición que, según el parecer del presidente ocasional, ha sido y sigue siendo estimulado por los militares y policías en retiro a los que se encuentra en actividad.

¿Es que el presidente precario, piensa que los militares en actividad son unos peleles? ¿piensa acaso que un militar en actividad no sabe cuáles son sus responsabilidades constitucionales? Claro que lo saben y claro que ahora están sujetos a los mandatos de la Constitución vigente.

Por supuesto que en el país hubo una larga época de incursión de los militares en la política. Y por qué lo hacían, por dos razones que la historia demuestra: son las únicas instituciones que están instaladas en todo el territorio nacional, son las únicas que trabajan para garantizar la soberanía marítima, aérea y terrestre del país. La segunda razón, es de tipo constitucional y aquí habría que preguntarnos quienes son las que redactaron ese poderoso instrumento jurídico en las diez constituciones que legislaron desde 1823 hasta la de 1933. En esas constituciones, además de la función estrictamente militar de seguridad para garantizar la soberanía del país, los legisladores, añadieron una función política a los militares que en el artículo 213 señalaba: “La finalidad de la fuerza armada es asegurar los derechos de la República, el cumplimiento de la Constitución y de las leyes y la conservación del orden público”. Este era un mandato político que los constituyentes asignaron a los militares, ahí está el origen de admitir que las fuerzas del orden se convirtieran en “organizaciones tutelares de la Patria”. Ese concepto y esa idea ya no existe, fue eliminada en la Constitución de 1979 y ratificada en la vigente de 1993. Ya no hay tutelaje, porque se tutela al incapaz, al que no puede discernir por voluntad propia.

Todo esto lo explico en mi trabajo publicado en 2010: “Fin del Poder Arbitral de las Fuerzas Armadas y establecimiento de los Controles Democráticos”, al respecto el doctor Pablo Macera en su prólogo indicó: “En las primeras Constituciones peruanas, era notorio la asignación a las fuerzas armadas de un poder arbitral. Esas fuerzas armadas asumían roles políticos y calificaban negativa o positivamente la gestión de los partidos políticos. La figura del tutelaje y poder de las fuerzas armadas dominaron el escenario político peruano durante el siglo XX hasta 1968”.

De manera que, el presidente de transición está viendo fantasmas donde no existe, está lucubrando para llenar vacíos que la parcialidad con la que viene actuando el sistema electoral a todas luces demuestra que hay una voluntad por forzar un resultado.

Ninguno de los dos candidatos llena las expectativas que el país necesita; pero lamentablemente es lo que la voluntad ciudadana ha puesto en el escenario y lo único que se está solicitando es que quien quiera que gane, cuente con el resultado de una mayoría que lo llevó al poder. Lo que hagan será otra historia que construirán. El Perú no se merece esta situación para celebrar 200 años de vida independiente.

Finalmente, el presidente ocasional, está perdiendo una nueva oportunidad que le brinda la vida, ya que en lugar de cohesionar a la nación compuesta de civiles, militares y representantes de grupos religiosos y agnósticos, está indicando de modo expreso que los militares en retiro son sediciosos, que promueven un golpe de Estado.

En el comunicado de los militares en retiro no se aprecia ninguna convocatoria a la sedición, no hay un ápice de convocatoria a violentar el resultado electoral. Lo único que están pidiendo como lo solicita la otra mitad de la ciudadanía, es que se transparente el resultado para que quien sea elegido tenga la legitimidad de haber ganado en buena lid.

¿Y quién le ha dicho al presidente de transición que los militares en retiro no son ciudadanos? Lo son desde el momento que les entregaron el documento de identificación individual (DNI) que es el mismo que portan todos los civiles, y son ciudadanos porque pueden elegir y ser elegidos. Si la lógica del presidente fuera cierta, entonces tendrá que ver de qué manera, los militares en retiro elegidos por votación popular, tengan que renunciar a lo que el pueblo ha decidido. Aquí señor presidente debe recordar que el país es de todos, todos lo sufrimos y todos queremos lo mejor para los millones de peruanos que vivimos en esta tierra bendita que lamentablemente no cuenta con buenos dirigentes. Y para cerrar, hay que recordarle al gobernante, que la Constitución garantiza el derecho a disentir y señala que todos debemos defender a la Nación y los recursos que posee.

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