DESTRUYENDO INSTITUCIONES, AHORA LE TOCÓ A LAS FUERZAS ARMADAS

En el Perú es imposible aburrirse, siempre hay un acontecimiento que desplaza al otro y más todavía si se trata de la política nacional. El país ingresaba a la segunda semana del escándalo de las vacunas, con renuncias ministeriales, de autoridades universitarias, con descubrimientos de malos manejos de la vacuna protectora, claros índices de preferencia por un solo abastecedor, con una exagerada presencia policial en el recibimiento de las primeras vacunas, que al final resultó risible porque ningún caco del Callao se atrevió a levantarse una; muy por el contrario, en las narices del presidente, dos ministras y altos funcionarios del Estado ya habían procedido a vacunarse, pisoteando el artículo 1 de la Constitución. A esta situación se añadió el descubrimiento que el expresidente Martín Vizcarra se había reunido secretamente con dos ex fiscales que investigan el caso de los “cuellos blancos” que afectan al ahora candidato a congresista.

Era claro que los reflectores estaban al 100% alumbrando las incongruencias de los izquierdistas llamados caviares que circunstancial y transitoriamente gobiernan el país, tienen a la presidenta del congreso del mismo gremio, y en diversas instituciones como el Ministerio de Defensa. De pronto apareció el operador sicológico, que utilizó a la Fiscalía de la Nación, para cambiar el escenario negativo en el que vive el gobierno. Es decir, el titiritero que, oh sorpresa, efectivamente hizo que los reflectores cambien y giren nada menos que contra el militar en actividad de mayor rango en el país, nada menos que el Jefe del Comando Conjunto, el general César Astudillo, encargado de dirigir las operaciones militares. El general se encontraba en Madre de Dios llevando ayuda a la población afectada por las lluvias; pero el titiritero requería que fuera un espectáculo brillante, enceguecedor y desplazara al hecho de la semana anterior, para lo cual incluyó a once generales más, entre ellos varios ex Comandantes Generales del Ejército, los reflectores no pararon hasta mostrar cómo se producía el ingreso grotesco a la casa del general y al edificio del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas para levantar las “pruebas de otro caso de gasolinazo”.

La relación de todos estos hechos que vienen ocurriendo gradual y sistemáticamente en los últimos años, no son fortuitos ni aislados, forman parte, no cabe duda de un plan urdido a desprestigiar a instituciones que son el soporte de la seguridad nacional, buscan configurar en la población una imagen negativa y de desconfianza en las instituciones como ya se hizo con la Policía Nacional. El desorden, la anomia, las marchas, toma de carreteras y la desobediencia civil, es lo que con mucho ahínco lo vienen consiguiendo.

Pero aquí cabe hacerse una pregunta: ¿Por qué se producen estos actos de prepotencia política, cubiertos de ropaje judicial?

Antes de responder cabe mencionar que las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, pertenecen a la Nación, no son del gobierno de turno, la lealtad de los militares y policías responde a la Nación que les entrega a sus hijos para protegerla, por eso tienen leyes especiales, derechos que los civiles no cuentan en la administración pública, porque son los únicos trabajadores al servicio del Estado y la Nación que trabajan a tiempo completo, ellos saben, al elegir la carrera, que la muerte es una posibilidad, y por último, no tienen derecho a la sindicalización. Y es por ello que, simbólicamente cuando se reciben de oficiales, el presidente les entrega el bastón de mando. Todo un simbolismo que en los últimos años ha decaído, porque recientemente el presidente simplemente no asistió, y lo hizo la ministra de defensa en una facha donde las fotos demuestran que las formas no le interesan y el simbolismo mucho menos ¿y las tradiciones? qué será eso.

Vamos a enumerar dos casos más que han manchado a la institución militar, por más que se diga que de ello son responsables las personas de nombre y apellido concreto, lo cierto es que hay una generación de generales que se subordinaron a las voluntades de un dictador y un asesor que hoy cumplen condena; lo cierto es también que la ex ministra de la mujer, Gloria Montenegro de clara vinculación izquierdista durante una campaña titulada “Hombres por la igualdad” solicitó al ministro de defensa que el ejército apoyara este propósito. ¿Y no es cierto acaso que se apoyó el pedido y todo el país y el mundo observó que los altos mandos del ejército en las oficinas del cuartel general aparecieron con mandiles rosados? ¿No había otra forma de aplacar ese pedido? ¿No le pudieron decir a la ministra que apoyarán el pedido, pero en la forma que lo hace una institución militar?

Estas subordinaciones al poder político, llamadas, “sí señor”, han hecho que la institución sea maltratada como se ha venido viendo en los últimos años.

Cuando una institución se torna tolerante con los infractores de todo tipo que se dan en su interior, y no se sanciona a los que deshonran la institución, la conclusión es que la debilitan, la desprestigian y hace que se le pierda confianza y respeto y los políticos de eso se aprovechan.

Los casos ocurridos deben llevar a los miembros de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional a asumir una conducta ajena a la política, no de subordinación sino de neutralidad frente a los políticos y de servicio al país, y si esa conducta valiente les signifique sacrificar el cargo, pues así tendrá que ocurrir. Los peruanos no olvidamos que el Gran Almirante Miguel Grau, le dijo en más de una carta a su esposa doña Dolores, no reclames nada porque no llegué para servirme sino sacrificarme en nombre de la Patria. Tampoco olvidamos que el coronel Francisco Bolognesi, a sus ochenta años dejó el tranquilo retiro para defender a la Patria y murió como sabemos que lo hizo, por último, tampoco olvidamos que el joven oficial Alfonso Ugarte, canceló su viaje a París para defender a la Patria amenazada. Ejemplos abundan en distinguir el interés del político frente al interés sublime de servir únicamente a la Patria.

 

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