ALCANCES Y SIGNIFICADO DEL DISCURSO PRESIDENCIAL

El primer discurso del presidente Pedro Castillo, no ha tenido un carácter confrontacional como muchos esperaban; ha sido calmo, meditado, pero sí de anuncios sustantivos dentro de las generalidades de temas mencionados que vale la pena destacar porque algunos son gravitantes para el futuro de los próximos años y tratar de establecer qué es lo que Perú Libre y Vladimir Cerrón quieren hacer con el país en los cinco años de gestión.

Definitivamente, el tema de la batalla más crucial que se producirá entre congresistas de la oposición y el gobierno, estará centrado en la obsesión por el cambio de la Constitución, que forma parte de las exigencias de Cerrón contenidas en el Plan de Gobierno de dicha agrupación, y añaden que es por lo que ha votado el pueblo. Y si bien el presidente ha indicado que se respetarán todos los procedimientos legales existentes para su cambio; pero hay que advertir que el método es solo una parte, que probablemente demande entre tres y cuatro años, incluido el referéndum que se utilizará para su aprobación universal.

Pero hay que distinguir entre el procedimiento y los temas que se quieren cambiar. El meollo del problema está precisamente en todo aquello que se quiere cambiar, y sobre el particular, existen de suyo dos posiciones extremas, la de Perú Libre que señala que la Constitución de 1993 vigente es una Constitución subordinada al capitalismo y al Consenso de Washington, suelen decir de modo mecánico; y porque además ha sido elaborada por la dictadura de Fujimori. Ignoran que la firma de Fujimori en esa Constitución fue retirada en la época de Alejandro Toledo. En esta propuesta de naturaleza ideológica, el cambio es total y principalmente el capítulo económico.

La segunda opción que más del 70% de la ciudadanía respalda, considera que la Constitución de 1993, debe ser actualizada y perfeccionada de acuerdo a los tiempos de globalización y postpandemia. Pero mientras esta discusión se produzca en los próximos meses, la paralización de las actividades económicas, las inversiones y la figura del “riesgo país” sufrirán una seria retracción e incremento porque estaremos viviendo meses y años de incertidumbre.

De qué sirve que en el discurso se haya manifestado que se respetará la propiedad privada, los ahorros no serán tocados, que a nadie se le confiscará nada, no se le expropiará nada a nadie, si en otra parte del discurso se ha dicho que se revisarán los Tratados Internacionales, se revisarán los contratos con las empresas dedicadas a la exportación de materias primas. Anunció, por tanto, que toda inversión futura en el territorio solo será factible que opere si dentro de las evaluaciones propuestas se establezca la “rentabilidad social”, que ello generará. La pregunta que surge es ¿qué es la rentabilidad social, ¿cuáles son los criterios para su determinación? ¿cómo se establece? ¿cómo se mide? ¿quién o quienes se benefician?

Todos los anuncios hechos, realmente abonan a favor de la generación de varios años de incertidumbre, o el tiempo que demore la elaboración y aprobación de la nueva Constitución.

Al parecer, la izquierda peruana no entiende que el crecimiento económico que ha logrado el país en los últimos treinta años es el producto de la Constitución vigente, producto de la disciplina fiscal que impuso el Banco Central de Reserva, nacida de una recomendación del Consenso de Washington que señala que los países si quieren crecer no pueden gastar más allá de lo que producen. Y eso es lo que con celo aplaudible ha protegido Raúl Velarde en el BCR en todos estos años.

Otra de las cosas que se ha manifestado es el anuncio de un derroche fiscal a través de obras que se encargarán a los gobiernos regionales; por qué la Contraloría no le hace una exposición, así como la Defensoría del Pueblo y la fiscalía anticorrupción para que le informen todos los robos cometidos por los gobernadores, alcaldes provinciales y distritales. Si eso ocurriera, podría pensar y decidir que los gobiernos regionales tal cual están estructurados en 25 mal llamadas regiones, son un total fracaso y más bien un espacio para el derroche y la apropiación ilícita de los recursos del Estado. La organización regional del país requiere de un cambio profundo en su concepción y número de regiones que deben de existir. Otro derroche es la propuesta de la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, con lo cual se sumarán 19 ministerios y más burócratas a expensas del Estado.

Mientras tanto, la economía, la inversión privada nacional e internacional, simplemente se paralizarán o se irán del país, como se fueron muchas empresas durante el gobierno estatista del general Velasco. Eso es lo que inevitablemente ocurrirá, y al parecer se han iniciado los cambios.

Hay que recordarle al presidente Pedro Castillo, que hasta 1976, fecha en la que murió Mao Tse Tung, China era un país de millones de pobres socialistas que caminaban con una sola vestimenta, el popular mameluco que conocemos en el Perú y se movilizaban en bicicleta. En 1978, se inicia la Reforma Económica de China conducida por Deng Xiaoping, incorporó a China a la economía del mercado global, abrió las puertas al capital internacional y hoy, existen en China 70 mil empresas entre europeas y americanas que producen todos los productos que el mundo capitalista consume. El presidente norteamericano Donald Trump dio incentivos para que retornen las empresas a Estados Unidos, simplemente no le hicieron caso. Deng Xiaoping, inició lo que hoy se conoce como el “socialismo con características chinas” y está convertida en la fábrica del mundo. Uno de los cambios importantes que se produjo fue en el sistema educativo orientado a la ciencia y la tecnología. En menos de cuarenta años vemos a una China que está a punto de desplazar a Estados Unidos en poder económico, tecnológico y militar.

Si este realismo de la política china al presidente Castillo y a su canciller guerrillero, no le sirve de referencia, entonces debemos prepararnos para conflictos internos que se producirán por querer cambiar a la mala en una dirección que nos llevará a la pobreza en la que se debate Cuba, Nicaragua y Venezuela, principalmente.

 

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